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Mientras los líderes de algunas de las mayores potencias del mundo se reunían en Madrid los últimos días de junio en la cumbre de la OTAN, un grupo de 50 jóvenes hacía lo propio del 27 al 29 de ese mes, sin acaparar la atención de los medios de comunicación, para buscar soluciones a la emergencia climática que asola al planeta, en la Cumbre de jóvenes por el clima organizada por Ayuda en acción. Este proyecto europeo, llamado 1Planet4All, busca según los organizadores “promover la participación y el compromiso activo de la juventud en la lucha frente a la amenaza global que supone el cambio climático” y los allí presentes fueron escogidos entre más de 4000 alumnos de ESO, Bachillerato y universitarios. 

De entre esos 50 elegidos para formar parte de esta importante cumbre, un alumno de la Red de centros fue invitado a participar en esta: Carlos Mazón, alumno de 3º de ESO del colegio Santa Teresa de Alicante, quien tras dos años trabajando en la Liga de debate en el propio centro junto a sus compañeros, vio recompensados sus excelentes dotes de oratoria, empatía y sensibilidad por un jurado profesional en el evento provincial de esta Liga, el paso previo para acudir a la cumbre.

Este tipo de debates son cooperativos, es decir, no hay una confrontación de ideas ni un ganador, sino que se trata de que los chicos y chicas profundicen en un tema, vayan aportando ideas mientras trabajan con los profesores en el aula, quienes a su vez van fomentando en sus alumnos el pensamiento crítico, la cultura del dato y la observación empática. Los estudiantes se van enfrentando a los distintos retos que les proponen sus maestros para que hallen una solución a los mismos. En este caso, se trataba de la emergencia climática. 

Y con ese bagaje, Carlos Mazón llegó a Madrid para esta Cumbre de jóvenes por el clima, en los que, durante tres días, y junto a sus compañeros de toda España, trataría de encontrar soluciones para este inaplazable problema, que tanto a su generación como a las que le suceden, les afecta especialmente, pues lo que está en juego es el futuro del planeta y de todos los que habitamos en él. 

Cada jornada de esta cumbre tenía un propósito y una razón de ser. El primer día, los jóvenes fueron divididos en cinco grupos de diez personas, a los que se les asignó un mentor para que fueran trabajando en el proyecto para el que deberían presentar sus conclusiones el último día. Bautizada como Acelerar el cambio, esta intensa jornada inaugural se hizo una dinámica de diálogo intergeneracional, una visita y formación en un centro de aceleración de startups, una dinámica de metodología agile para el emprendimiento social y una sesión lúdica en comunidad.

La segunda jornada comenzó con la visita a Puebla de la Sierra, una localidad de apenas 80 habitantes que representa la España vaciada y que cambió los esquemas de estos jóvenes líderes: algunos de sus planteamientos no tenían en cuenta la realidad de este tipo de pueblos, por lo que debían abrir la mente y encontrar soluciones para todos. Posteriormente, hicieron una Dinámica de empatía y adaptabilidad para el emprendimiento social y una Dinámica de diálogo intergeneracional para poner en orden todas las ideas, que deberían ser presentadas el día siguiente.

Porque la última jornada consistía en que cada grupo debía exponer las conclusiones a las que habían llegado durante las dos jornadas previas, con soluciones factibles que puedan contribuir a mitigar los estragos causados por el cambio climático. Como colofón, las conclusiones de cada uno de los participantes formarán parte de una obra colectiva sobre juventud y emergencia climática que se convertirá en un libro que tendrá su ISBN oficial y el sello de la Unión Europea, y que verá la luz este próximo otoño.

“Una gran experiencia” señala Elena Candela, profesora de Lengua castellana del colegio Santa Teresa de Alicante, que ha tenido la suerte de asistir junto con Carlos Mazón a esta cumbre. Y es que los docentes también han jugado un importante papel, más allá de acompañar a sus alumnos: han puesto en valor e intercambiado ideas y han compartido proyectos y vivencias. Algo muy importante para los docentes, pues su trabajo siempre está en constante evolución. 

Ya finalizada la cumbre y, más allá del libro que aparecerá en unos meses, estos 50 jóvenes han puesto su pequeño grano de arena, no sin esfuerzo, para conseguir un planeta mejor y más habitable en los próximos años. Esperemos que sus ideas sean escuchadas por esos líderes políticos que estaban reunidos en otra parte de la ciudad y que concentraban la atención mundial.