Los vehículos son uno de los mayores problemas a los que se enfrentan las grandes ciudades. La polución, los atascos, el ruido que generan y el espacio que ocupan en las calles hace de las urbes lugares poco amables para el ciudadano. Es por ello por lo que muchos ayuntamientos están tomando consciencia de modificar el espacio urbano y hacerlo más amable para sus habitantes, y eso pasa por disminuir el número de automóviles de las calles, como demuestran las zonas de bajas emisiones del centro de ciudades como Madrid y Barcelona. Precisamente, el ayuntamiento de esta última ha ido un paso más allá y, desde hace unos tres años, comenzó un proyecto llamado Proteger las escuelas que consiste en pacificar o reurbanizar las calles aledañas a los colegios de la ciudad para que se conviertan en espacios más seguros, cercanos y cómodos tanto para los transeúntes como para los alumnos y sus familias.
Tras su paso por varias escuelas públicas donde el proyecto ha sido todo un éxito, ha llegado el turno de la calle Can Ros, en la que se ubica una de las salidas de la Escuela Arrels, perteneciente a la Red de centros. Las obras, que se prevé que empiecen dentro de unos meses, ensancharán las aceras para que los peatones tengan más espacio y libertad para moverse, reduciéndose a su vez el número de vehículos aparcados a ambos lados de la calzada, lo que hará de la calle un lugar más transitable para todos.
Junto con esta remodelación, la clase de 6º de Primaria de la Escuela Arrels pondrá también su granito de arena una vez finalicen las obras. Y es que el Ayuntamiento les ha pedido su ayuda para diseñar y decorar tanto la calzada como las aceras de la calle: contactaron con el centro en primer lugar, y la directiva decidió que participaran en este ambicioso proyecto los alumnos y alumnas de sexto grado.
Para llevarlo a acabo, llegaron dos monitoras del Ayuntamiento de Barcelona que, en primer lugar, dieron una charla teórica sobre el proyecto Proteger las escuelas y explicaron a los estudiantes en qué consiste la pacificación de las calles, mostrándoles también el antes y el después de las obras y la calidad del resultado una vez estas han concluido. A continuación, llegó la parte práctica, en la que los chicos y chicas de la clase se dividieron en dos grupos: el primero diseñó cómo serían algunos juegos para pintar las aceras (como puede ser por ejemplo el Tres en raya) y el otro creó, a partir de unas plantillas, una alfombra que se dibujaría en la calzada de la calle.
Una vez terminaron la actividad, las monitoras recogieron las ideas mejor valoradas por los propios alumnos/as para hacerlas llegar al Ayuntamiento, donde se elegirá el proyecto ganador que decore la renovada calle Can Ros en un futuro próximo. Una calle donde los niños y niñas tendrán más espacio para jugar, socializar y disfrutar, donde las familias podrán reunirse con tranquilidad y donde los transeúntes dispondrán de más acera para caminar. Un paso más para hacer una ciudad más acogedora con sus habitantes para, en definitiva, ser una ciudad mejor.