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Concienciar a los niños sobre medio ambiente no es solo crucial para asegurar un futuro sostenible, sino también para inculcarles valores fundamentales como el respecto y la colaboración ciudadana desde una edad temprana.

Los niños que entienden la importancia de cuidar el entorno se convierten en adultos responsables y conscientes de sus acciones, capaces de tomar decisiones informadas para proteger nuestro hogar común.

La conexión entre los niños y la naturaleza es un pilar básico dentro de la filosofía de la Institución Teresiana. Nosotros y nosotras consideramos que educar en estos valores es esencial para el desarrollo personal de nuestros alumnos y alumnas. Creemos firmemente que, al enseñar estos principios desde pequeños, estamos formando no solo estudiantes diligentes, sino también futuros ciudadanos comprometidos y éticos.

Como ejemplo, en el corazón de nuestro colegio Bética Mudarra (Córdoba) los estudiantes más pequeños empiezan a tomar conciencia medioambiental. Gracias a las múltiples zonas verdes del recinto, los peques están cultivando sus primeras plantas en los huertos urbanos.

La decisión de iniciar este proyecto fue impulsada por el deseo de nuestros profesores de educar en el amor por la Tierra. "Queremos que los niños y niñas vean el proceso completo, desde la semilla que plantan con sus manitas hasta el alimento que finalmente llega a sus platitos. Es una experiencia de aprendizaje que va más allá de las aulas, enseñándoles sobre el ciclo de la vida y la importancia de cuidar nuestro entorno natural", explica Manena Gallego, docente y una de las impulsoras de la idea. 

Este gran proyecto está liderado por las profesoras del primer ciclo de infantil del centro, que han comprado pequeños huertos urbanos donde poder plantar sus primeras semillas. Aquí, nuestros aprendices han plantado hojas verdes comestibles con gran entusiasmo. Estas hojas no solo son el inicio de su propia ensalada, un plato que disfrutan durante su hora de comida, sino también un vínculo directo con la naturaleza que les rodea. ¿La intención detrás de esto? Alimentar sus cuerpecitos en crecimiento, sus mentes curiosas y sus almas investigadoras.

La profesora Manena Gallego, del primer ciclo de infantil, nos cuenta sobre los valores de esta iniciativa: "Ahora es todo aquí y ahora, pero esto les enseña que las cosas necesitan su tiempo y no todo sucede de inmediato. La constancia, el trabajo y la paciencia son lecciones valiosas que están aprendiendo mientras cuidan de sus pequeños huertos". 

Esta actividad es más que plantar semillas y cosechar alimentos. Se trata de una oportunidad para que nuestros niños se familiaricen con el medio ambiente, descubran el camino desde la semilla hasta la mesa y, sobre todo, interioricen habilidades fundamentales como la perseverancia, asegura Gallego. 

Aunque actualmente está enfocado en los más pequeños del colegio, el germen de esta iniciativa ya ha sido plantada en los corazones de todos los que participan. Quién sabe, tal vez en el futuro esta idea florezca y se extienda a más cursos, involucrando a toda la comunidad del Bética Mudarra en esta noble causa. 

En resumen, estos cultivos ayudan a sembrar para un futuro más sostenible y consciente.